Columnas
Columna Institucional Sin Ambages Martes 2
Por:
Redacción el
1 de diciembre de 2025
Una fiscalía bajo la lupa
La llegada de Claudia Zulema Sánchez Kondo a la Fiscalía General del Estado generó, en su momento, expectativa: un relevo discreto, una funcionaria de carrera, y la esperanza de que Sinaloa dejara atrás la etapa más gris que se recuerda en la institución: los años opacos de Sara Bruna Quiñónez, donde el silencio, la falta de resultados y la distancia con la ciudadanía marcaron el ritmo. El listón para mejorar no estaba alto. Y, aun así, hoy el futuro de la fiscal no está garantizado. Los cambios recientes a nivel federal —incluida la abrupta salida de Alejandro Gertz Manero— anticipan un reacomodo profundo en el sistema de procuración de justicia. Y, según fuentes que conocen el pulso institucional, la revisión de las fiscalías estatales será quirúrgica, empezando por los estados con mayores conflictos o señalamientos. Sinaloa, con su historial de violencia, impunidad y casos sin resolver, está en esa lista. En ese contexto, el papel de Sánchez Kondo ha sido ambiguo. No es una fiscal confrontada ni aislada, pero tampoco una pieza sólida, articulada y con liderazgo claro. Ha funcionado como enlace, sí, pero no como el puente efectivo que se necesita para destrabar información, coordinar estrategias o fortalecer la cooperación con otras dependencias. Su relación con algunos actores institucionales se percibe correcta, pero fría; funcional, pero no estratégica. Por eso, hoy en la FGE se respira un ambiente de evaluación silenciosa. Nada está definido, pero tampoco nada está garantizado. Hay quienes internamente siguen defendiendo su estancia, apostando por darle tiempo para consolidarse; otros consideran que, en un escenario de reestructuración federal, Sinaloa requiere un perfil más firme, con mayor peso político y con capacidad real de interlocución. Lo cierto es que la Fiscalía vive un momento delicado: se revisa con lupa, se reevalúan procesos, se analizan resultados y se miden las alianzas. El caso Gertz abrió una ventana que inevitablemente alcanzará a los estados. Y en Sinaloa, esa revisión ya comenzó… aunque nadie lo diga en voz alta.
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Un desfalco sin dueños
El Gobierno del Estado volvió a poner sobre la mesa el tema del desfalco heredado: dos denuncias penales, una administrativa y la promesa de que “se está actuando”. Suena bien. Suena a que, por fin, el expediente que tanto dañó a las finanzas estatales podría tener responsables con nombre y apellido. Pero seamos honestos: en Sinaloa ya conocemos el guion. Hemos visto demasiadas veces cómo estos casos empiezan con fuerza, indignación y ruedas de prensa… y terminan en carpetazos, inhabilitaciones simbólicas o sanciones que no devuelven ni un solo peso a las arcas públicas. Hoy no parece distinto. Una sola persona inhabilitada por siete años —y ni un centavo recuperado— difícilmente encaja en la dimensión del boquete: más de 2 mil 600 millones en fondos no enterados y una multa del SAT por 2 mil 300 millones. Un daño de ese tamaño no lo provoca un burócrata aislado. Y, aun así, lo que tenemos es lo de siempre: un responsable menor pagando, mientras los grandes decisores siguen caminando como si nada. Aun así, algo vale la pena decir: queremos que nos sorprendan. Que este caso no sea otra historia archivada. Que, por una vez, las investigaciones penales no solo se anuncien, sino que avancen. Que las instituciones demuestren que pueden romper la inercia de impunidad que nos persigue desde sexenios. Rocha asegura que van “sin presiones” y que el tema se está siguiendo hasta las últimas consecuencias. Ojalá. Porque, con casi 9 mil millones ya pagados por deudas ajenas, lo mínimo que merece Sinaloa es una señal clara: que quien metió la mano en la caja o permitió el desorden, pague. Mientras eso no ocurra, todo seguirá oliendo a déjà vu.
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El reto va en serio
El desafío de pavimentar mil calles en una sola administración sonaba, a una apuesta arriesgada. Una promesa demasiado grande para una capital con rezagos históricos, colonias olvidadas y sindicaturas que durante décadas solo escucharon compromisos. Hoy, con más de 200 vialidades modernizadas y entregadas en concreto hidráulico —no parches ni soluciones temporales— esa meta dejó de ser un ideal remoto y empieza a convertirse en un objetivo estadísticamente alcanzable. La administración de Juan de Dios Gámez no solo presume números: presume continuidad, algo escaso en la obra pública municipal. Lo mismo en la Madero que en Fuentes del Valle, lo mismo en sectores populares que en zonas periféricas, las cuadrillas siguen trabajando. El alcalde ya demostró que no se trataba de un titular espectacular, sino de una estrategia que avanza barrio por barrio, escuchando a vecinos y priorizando con base en necesidades reales. Si el ritmo se mantiene —y todo indica que sí— Culiacán podría dar un salto histórico en infraestructura urbana. Pavimentar no solo resuelve el lodo y el polvo: mejora la movilidad, reduce accidentes, reactiva la vida comunitaria y, sobre todo, dignifica los entornos en los que miles de familias viven. Por el bien de la capital, ojalá se logre esa meta tan anhelada. Porque una ciudad que pavimenta sus calles no solo transforma su infraestructura: transforma la vida de su gente.
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Culiacán en modo Navidad
La Verbena Culiacán 2025 está por arrancar y, más allá de las luces, los juegos y el aire navideño, este año llega con un mensaje que no es menor: “La Navidad nos une”. En tiempos donde la ciudad carga con noticias duras, violencia cotidiana y cansancio social, espacios como este sirven para lo que parecen hechos a un lado: volver a encontrarnos sin miedo, convivir en paz y recordar que la vida comunitaria también existe. El DIF Bienestar apostó por mejorar la experiencia: nuevos espacios, organización más clara, taquilla azul para quienes más la necesitan, una Villa Navideña que promete convertirse en punto obligado de fotos y recuerdos, y un operativo de seguridad robusto —como debe ser— para que las familias puedan disfrutar sin sobresaltos. Es decir, una verbena pensada con intención y con sentido. Pero hay un detalle clave que mucha gente desconoce: cada visita tiene causa. Lo que se recauda ahí termina fortaleciéndo los programas del DIF para niños, adultos mayores y familias vulnerables. Ir a la verbena no solo es convivir: también es ayudar. Por eso, este año vale la pena darse una vuelta. No importa si vas por un antojo, por los juegos, por la Villa Navideña o solo por caminar entre luces: la ciudad también necesita estos respiros. Y, aceptémoslo, después de meses tan pesados, un poco de espíritu navideño nos cae bien a todos. Culiacán se merece noches así.
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