Política
Columna Institucional Sin Ambages Jueves 4
Por:
Redacción el
3 de diciembre de 2025
Sheinbaum marca, Culiacán avanza
En tiempos donde muchos gobiernos hablan de bienestar, pero pocos lo aterrizan, en Culiacán ocurre lo contrario: se sigue el ejemplo federal y se ejecuta con hechos. El anuncio del alcalde Juan de Dios Gámez Mendívil de incrementar 13% el salario mínimo municipal no es un gesto menor ni un movimiento administrativo más; es una señal clara de hacia dónde quiere caminar la capital sinaloense: hacia la justicia salarial y el fortalecimiento del corazón del Ayuntamiento: sus trabajadores. Claudia Sheinbaum puso la pauta a nivel nacional —un incremento del 13% al salario mínimo para 2026— y Culiacán replica la política sin titubeos. Lo hace con orden financiero, con planeación y con la convicción de que un gobierno que paga bien es un gobierno que funciona mejor. Así ocurrió este año con el 12% de aumento, y así sucederá de nuevo en enero. El mensaje es simple pero poderoso: cuando la Federación impulsa bienestar, en Culiacán se aplica. Y se aplica a tiempo. Porque detrás de cada servicio público, de cada obra, de cada área operativa, hay trabajadoras y trabajadores que sostienen la ciudad todos los días. Reconocerlos no sólo es justo: es inteligente. Ninguna administración avanza si su base laboral vive al límite. El incremento anunciado también confirma algo más: que el Ayuntamiento está cuidando sus finanzas y preparándose para cumplir sin excusas. En momentos donde otros municipios del país batallan para pagar nóminas, Culiacán manda una señal de estabilidad. Así que hoy, más que un aumento, lo que se anuncia es una visión: apostar por la gente que hace posible que el gobierno funcione. Y esa es, sin duda, la mejor manera de alinearse a la transformación nacional.
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Madueña va por recursos
En la UAS el reloj de fin de año corre más rápido que el presupuesto. El rector Jesús Madueña Molina viaja hoy a la Secretaría de Hacienda con una misión incómoda pero inevitable: asegurar los recursos extraordinarios que permitan a la universidad cumplir con el aguinaldo de sus trabajadores, un compromiso que rebasa los 900 millones de pesos y que hoy simplemente no está en caja. La institución puede pagar las quincenas de diciembre, sí, pero no las prestaciones. Y aunque Madueña insiste en que han cumplido —reforma laboral, reingeniería administrativa, orden financiero—, la realidad es que tres años sin apoyos extraordinarios han dejado a la UAS caminando con la lengua de fuera. No llega solo: acude con la ANUIES y otros rectores que viven la misma tormenta. Pero el caso Sinaloa tiene una particularidad: en 2023 y 2024 la universidad sobrevivió con un préstamo estatal de 480 millones y con pagos diferidos al IMSS e Infonavit por otros 300 a 400 millones. Todo eso se cubrió en 2025… y la cobija no alcanzó para la prima vacacional reciente. Eso sí, mientras la parte financiera sufre, los indicadores académicos cuentan otra historia: casi 700 integrantes del SNI, ingreso de nuevos académicos a la Academia Mexicana de Ciencias y un segundo lugar nacional en deporte universitario. La paradoja de siempre: una universidad destacada por fuera, pero ahorcada por dentro. Hoy, Hacienda tiene la última palabra. Si Madueña regresa con las manos vacías, la presión no sólo será para la administración universitaria: el golpe laboral y político sería para todos, incluido el propio Gobierno del Estado que ha abogado por la UAS ante la Federación. Veremos si este viaje consigue algo más que buenas intenciones… porque lo que urge ahora es dinero real, no discursos.
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Penales al límite
El ombudsman del estado lo dijo sin rodeos: Sinaloa necesita una nueva penitenciaría. No ampliaciones cosméticas, no parches, no “mejoras” que sólo sirven para la foto. Se requiere infraestructura real, funcional y pensada para un sistema que hoy está colapsado y que ya no se sostiene con discursos. Y tiene razón. El incremento del 22% al presupuesto de seguridad y los 150 millones asignados a penales son un avance… pero no alcanzan para revertir décadas de abandono. En esta columna lo hemos señalado una y otra vez: el sistema penitenciario sinaloense necesita una cirugía mayor, no un analgésico. Lo dice la CEDH y lo confirma la realidad: faltan espacios, faltan programas de reinserción, faltan talleres, empleos y actividades productivas, y sobre todo, falta atacar la corrupción interna que ha sido la constante en los reclusorios. Óscar Loza Ochoa pone el dedo en la llaga cuando recuerda que hoy los internos apenas tienen oportunidades de trabajo y que los custodios siguen atrapados en un modelo donde el sueldo bajo ha sido terreno fértil para las “tentaciones”. Si no se dignifican ambas partes —internos y custodios—, no habrá presupuesto que alcance. Por eso, más que celebrar el aumento, lo que urge es preguntarnos si esta vez se hará lo que por años no se quiso hacer: construir, modernizar y depurar de verdad los penales de Sinaloa.No es un tema menor, es un tema estructural. Y como ya lo dijimos en este espacio: cuando los penales se descomponen, la seguridad completa del estado se tambalea. Ojalá esta vez no se quede en buenas intenciones.
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Cuidemos lo más valioso
Las fiestas decembrinas siempre traen consigo luces, alegría y convivencia familiar… pero también riesgos que, si no se atienden a tiempo, pueden convertirse en tragedias irreparables. La pirotecnia —que muchos siguen viendo como “juguetes” de temporada— no lo es. Son artefactos explosivos que, en manos de un menor y sin supervisión, pueden cambiar una vida para siempre. El Hospital Pediátrico lo recordó con crudeza: el año pasado, seis niños perdieron dedos por el manejo de pólvora. Seis familias que en plena celebración tuvieron que enfrentar una pesadilla. Y además de quemaduras graves, también hubo lesiones oculares que terminaron en cirugías de urgencia. No son cifras frías; son historias de dolor que pudieron evitarse. Por eso es momento de hacer un llamado serio, responsable y urgente: no pongamos en riesgo a nuestros hijos. Mantengamos la pirotecnia lejos de sus manos. Estemos atentos, seamos prudentes, elijamos la prevención antes que el lamento. En estas fechas, lo más valioso no son las luces que explotan en el cielo, sino las sonrisas que queremos seguir viendo en casa, completas, sanas, felices. Cuidemos a nuestros niños. No dejemos que el descuido empañe lo que debe ser una temporada de paz.
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